En esta colaboración el maestro Ricardo Sanz, Director Nacional en España del Departamento de Nihon Aikido / Aikijutsu / Aikibudo del Nippon Seibukan de Kyoto y 6º dan Renshi de Aikibudo por la Nippon Seibukan Academy, rescata para nosotros un artículo original suyo publicado por primera vez en 2005 en la revista “El Budoka” acerca de la creación del Aikijujutsu como especialización del Jujutsu y la confusión general al emplear el término “Aikijutsu” en contraposición al más popular “Aikido”.
Por Ricardo Sanz
El Aikijutsu no existe…
En la cosmogonía que supone el enfrentamiento entre los hombres la aplicación directa de la fuerza para obtener resultados directos, visibles e inmediatos fue un axioma también para los pueblos que poblaban las tierras del primigenio “Japón”. La muerte y la vida por la caza o la tierra, el enfrentamiento por el enfrentamiento, dominar o ser dominado como explosión descontrolada del “ego” era lo cotidiano.
«Si vas allí, para mí el sueño se habrá hecho realidad» – Morihei Ueshiba
Desde una perspectiva de desarrollo evolutivo, esa comprensión “irracional y directa” de la lucha, sería contemplada posteriormente como “arte” porque en algún momento el desarrollo de la inteligencia del hombre le hizo interpretar esa fuerza no como un método unidireccional de ataque sino que empleando la fuerza de forma indirecta, sutil y controlada correctamente podría dar lugar a resultados postreros espectaculares dentro y fuera del campo de batalla.
Una visión más amplia del empleo dual de la fuerza, tan común en oriente no sólo en las “artes de la guerra”, kakuto bugei, y extraída de las enseñanzas chinas, inundaría los recién nacidos “métodos de combate con y sin armas”. Estudiando diferentes escritos sobre el origen de las primigenias formas de combate sin armas en Japón es un hecho que el nombre con que estas son denominadas difiere teniendo en cuenta la escuela, momento histórico, status social, maestro, funcionalidad y características de aquellas.
Los términos anteriores que definen métodos de lucha, principalmente desarmados, como Sumo, Tegoi, o los postreros como Tai Jutsu, Koshi no mawari, Yawara jutsu, Ju Jutsu, Judo, etc. hacen referencia, no a un arte marcial como los que en la actualidad se conocen de forma homónima sino a un concepto, a una comprensión determinada de emplear el cuerpo como un arma cuando el guerrero japonés era desarmado en la batalla.
De entre estas formas de emplear el cuerpo como un arma, la sofisticación de la técnica condujo a la interpretación de la defensa – ataque no sólo como un “fin de muerte” sino como un “medio de utilización de principios binarios” en función del ataque, tipología del enemigo, arma empleada, lugar, momento del día, etc. que podían derivar, según el momento histórico, en la victoria sobre el enemigo, bien con su control, bien con su muerte.
Esa victoria que antaño tenía un carácter físico y mensurable posteriormente sería utilizado de manera estratégica y sistemática, entendiendo estos nuevos conceptos de “principios binarios” como conjunto de hechos que se relacionan entre si en función de muchas variables en lugar de hacerlo aislada y físicamente en el propio campo de batalla. La dicotomía propia de la cultura y tradición japonesa es también llevada, por primera vez, al arte (creación – destrucción) de la guerra de una forma más selectiva, original y efectiva.
Del Jujutsu al Aiki no Jutsu
Desde las formas de combate cuerpo a cuerpo recopiladas en las crónicas históricas de Japón Kojiki y Nihongi (s. VII a.d.C.) hasta las más evolucionadas fundamentadas en la alta competición, el Jujutsu ha sido históricamente entendido y desarrollado conceptualmente de muy diferentes formas.
En el periodo de relativa paz conocido como Edo jidai (1603 a 1868) dominado por el shogunato de Tokugawa, la estrategia en el empleo del sable, Hei ho o Sei ho, es llevada a extremos de Arte y nuevas formas de vencer son sometidas a estudio y consideración tanto en su empleo como en la lucha desarmada en las recién institucionalizadas escuelas de armas, ryu o ryuso y sus ramas, ryuha.
En el seno de estas se estructuran, sistematizan y desarrollan de las antiguas artes de la guerra, bugei, las técnicas para ser utilizadas en la guerra, bujutsu, con un fin eminentemente utilitario.
Las técnicas en el empleo de armas como el sable, Tachikaki o ken jutsu, la lanza, so jutsu, el arco, kyu jutsu o la alabarda, naginata jutsu, serán enseñadas y consideradas como “artes y técnicas nobles” y principales, bugei no bujutsu, y las técnicas del combate sin armas como el ju jutsu, como complementarias y supletorias a las primeras surgiendo la expresión taxonómica de “bugei-ju-happan” o los 18 artes marciales.
Y obviamente, con el florecimiento de tantas “escuelas de armas” nacerían también rivalidades entre ellas debido a esa clasificación de “escuelas – arte – técnica – conceptos” principales y secundarios. En las escuelas de enseñanza del manejo de sable o lanza el combate desarmado pasaba a ser secundario y en las escuelas donde se enseñaba a combatir desarmado o con “armas menores” la defensa contra ataques armados “mayores” era prioritaria y por ello considerado de gran importancia para el guerrero.
Independientemente de ese escalafonamiento, la importancia del “empleo del cuerpo como un arma, como parte de la misma o surgido a partir de ella” ya se recoge a principios del periodo Edo en numerosos conceptos: “la técnica del cuerpo es el padre y la madre de todas las artes marciales” - bujutsu shogei no chichihaha wa taijutsu nari, o “espíritu, espada y cuerpo son uno” , - ki ken tai ichi.
Con esa clasificación aparecen en las escuelas nuevos métodos de instrucción con una actitud ofensiva, Yo ryu, o defensiva, Kage ryu, se estudian los fenómenos de la naturaleza y se buscan analogías en la comprensión y creación técnica y conceptos estratégicos influenciados en los sistemas de enseñanza chinos Confucionismo y Taoismo, la suavidad en la forma, Ju no ri, lo pequeño y lo grande, ko – o, lo suave debe controlar fluyendo sobre lo duro, Ju yoku sei go, como el del empleo dual de la fuerza, In – yo ho, etc. se incorporan en muchas de ellas para ser empleados en la lucha con y sin armas.
Además de nacer el término Ju jutsu, debido a la coyuntura social del momento surge, en lugar del concepto “vencer para sobrevivir” el de “controlar al enemigo”. Posteriormente en el periodo histórico Meiji jidai (1868 – 1912), la victoria no es sobre un enemigo sino sobre un adversario y se enfatiza en el concepto de “educación física”; a partir de los periodo Taiso (1912 – 1926) y Showa (1926 – 1989), se hace hincapié en el desarrollo de los conceptos de “defensa o autodefensa”, haciéndose flexible y abierto a todo el mundo y dándose a conocer en Europa.
Más allá de ese control corporal mediante “técnicas suaves”, Jujutsu, o del empleo de técnicas empleando el propio cuerpo, Taijutsu, algunas escuelas especializadas en el combate cuerpo a cuerpo utilizan estos principios viendo más allá de “vencer y sobrevivir” y analizan cómo emplear esa fuerza para vencer concentrando su atención no sólo en el estudio del cuerpo del enemigo sino también en su espíritu a la hora de efectuar la defensa – ataque. De esa forma no sólo podría controlar el cuerpo sino que uniéndose al estado de espíritu del atacante, penetraría en él, lo dirigiría contra él en función del ataque sufrido y le vencería.
A finales del “periodo Edo o Tokugawa” la manera conceptual – teórica propia en cada escuela de interpretar el combate cuerpo a cuerpo, ryugi, diferenciaría a las escuelas unas de otras con multitud de nombres, métodos de combate, filosofías en la forma de comprensión del mismo, sus tácticas, sus modos de clasificación técnica y estratificación.
En la actualidad, algunos de los conceptos que subyacían en ellas nos han llegado directamente de la propia fuente, otros de manera documental o mal interpretados y parcelados a ámbitos de interés de maestros, entidades y organizaciones, incluidas las propias japonesas, que sabedores y receptivos del interés que despiertan las Artes Marciales en el gran público nos hemos sometido, recordando que estamos en occidente, a la mentalidad, los intereses, necesidades y deseos del mismo.
Sin embargo, existen escuelas tradicionales japonesas que lejos del ostracismo, el oscurantismo y la moda oficial son grandes en si mismas, quizás, no por la cantidad de sus técnicas, ni por la calidad de las mismas o el número de alumnos que asisten a sus clases, sino por el estudio de los principios que un día las hicieron grandes y pudieron sobrevivir gracias a los maestros que difunden con estos conceptos, más allá de su técnica, lo invisible que subyace en ellas.
Continuación: Aiki Jujutsu: Una creación de conceptos (2ª parte)