Imagen 4. Membretes del departamento de Nihon Tai - Jitsu de la Federación Española y Aragonesa de
Judo y Disciplinas Asociadas (1994), de la Asociación Catalana de Nihon Taijutsu, Jujutsu y Kobudo (2004),
de la Asociación Aragonesa de Nihon Tai jutsu, Ju jutsu, Kobudo y Disciplinas Asociadas (2001)
y de la Asociación Española de Nihon Taijutsu Defensa Personal (2007) 

4. La génesis del error “Tai Jitsu”: romanización, adaptación fonológica y segmentación léxica

La confusión en torno a la denominación Tai Jitsu se explica por la interacción de diversos factores lingüísticos, históricos y culturales, especialmente en relación con los sistemas de romanización utilizados para transcribir el japonés al alfabeto latino (Hepburn, 1886; Vance, 1987). En el sistema Hepburn, el más extendido internacionalmente y desarrollado en 1886, el kanji 術 se romaniza como jutsu, con la secuencia fonética [d͡ʑɯ.tsɯ], mientras que 実 se transcribe como jitsu, con [d͡ʑit͡sɯ] (Vance, 1987).

Esta diferencia fonológica es crucial, ya que invertir los términos altera completamente el significado. Además, en japonés no existe pausa entre tai y jutsu: la palabra se pronuncia de forma continua [ta.i.d͡ʑɯ.tsɯ], lo que justifica su escritura unida en romaji como Taijutsu (Kubozono, 2015). La forma separada Tai Jitsu, al introducir un espacio, induce una segmentación incorrecta que no corresponde a la estructura léxica original.

La grafía jitsu constituye una transliteración antigua y errónea, derivada de la aplicación del sistema Hepburn durante los años 50–60, cuando las artes marciales japonesas comenzaron a difundirse en Occidente (Hepburn, 1886; Wohl, 1970). Según Hepburn, la romanización buscaba adaptar los sonidos japoneses al alfabeto latino de manera accesible para hablantes de inglés. Sin embargo, este proceso dio lugar a adaptaciones fonéticas inexactas, como la transformación de jutsu en jitsu (Takaya, 1955).

Otro factor decisivo es la tendencia de los hablantes de lenguas indoeuropeas a segmentar lexemas compuestos cuando realmente no hay que hacerlo en este caso. En idiomas como el español o el inglés, las palabras se delimitan mediante espacios, que funcionan como marcadores semánticos y sintácticos. Frente a un compuesto japonés como Taijutsu, la percepción de “Tai” y “Jutsu” como unidades fonéticas separables condujo a insertar un espacio entre ellas, generando un error equivalente al que ocurre al pronunciar “Aikido” como “Aiki–do”, “Karatedo” como “Karate–do” o “Kung fu” como “Kung-fu” (Shibatani, 1990).

La capitalización de “Jitsu” añade un elemento gráfico que no tiene correlato en japonés. En inglés, francés y español, la mayúscula se reserva a nombres propios o acrónimos; su uso en Tai Jitsu puede reflejar una hipostasis, otorgando a “Jitsu” un estatus nominal propio y separándolo conceptualmente del sufijo compositivo jutsu (Crystal, 2008).

La simplificación fonológica es otro factor relevante. La pronunciación estándar de jutsu es /d͡ʑu.t͡su/, pero la secuencia final /t͡su/ resulta compleja para hablantes francófonos. La difusión del japonés a través del inglés como lingua franca favoreció su reinterpretación: la africada postalveolar sorda /dʒ/ (como en “judge”) se asimiló a la /d͡ʑ/ japonesa, y la vocal final “u” fue eliminada o reinterpretada, generando jitsu. Además, la presencia de otros términos japoneses terminados en jutsu (por ejemplo, jujutsu) y su simplificación popular como jiu-jitsu consolidó esta adaptación, extendiendo el error a otros vocablos relacionados de artes marciales como Ninjitsu en lugar de Ninjutsu, Aikijitsu en lugar de Aikijutsu o Bunjitsu en lugar de Bunjutsu. (Draeger, 1974; Miller, 1967).


Imagen 5. Significado de Jitsu
Hepburn, J. C. (1888). A Japanese-English and English-Japanese dictionary

5. Influencia occidental y sus implicaciones semánticas y culturales

El error del empleo de Tai Jitsu o Tai-Jitsu se originó históricamente en Francia durante la década de 1950-1970, cuando practicantes occidentales comenzaron a sistematizar métodos de defensa personal inspirados en judo y aikido estilo Yoseikan, empleando términos japoneses sin un conocimiento profundo del idioma japonés y ante la dificultad de su pronunciación.

El idioma francés no tiene el sonido “tsu” (como en “jutsu”) y la combinación de consonantes “-tsu” es poco natural para los francófonos. La secuencia -tsu final es muy marcada en japonés, pero como hemos dicho difícil de pronunciar para muchos francófonos. Para facilitar la pronunciación y escritura, se adaptó fonéticamente el término japonés (jutsu) como “jitsu”, que se aproxima más a cómo un francófono lo leería.

En algunas federaciones francesas se popularizó la grafía Tai-Jitsu (con guión), que posteriormente fue adoptada en España como Tai Jitsu (con y sin guión) o en formas como Nihon Tai-Jitsu, donde se unía con guion y se capitalizaba “Jitsu” (Frellesvig, 2010).

La difusión de las artes marciales japonesas en Occidente durante el siglo XX, impulsada por la posguerra y la cultura popular, favoreció la aparición de préstamos lingüísticos imprecisos. Factores como la interferencia fonética, L1 interference (Alonso, 2016) llevaron a ingleses, españoles y franceses a reinterpretar jutsu como jitsu (Shibatani, 1990; Thomason & Kaufman, 1988).

En España el uso de “Tai Jitsu” o “Nihon Tai-Jitsu” es un préstamo histórico del francés, no una transliteración directa del japonés. La raíz del “error” es fonética y cultural: la forma francesa se consolidó institucionalmente y así llegó al ámbito hispanohablante.

La separación en Tai Jitsu puede derivar también de analogías con Ju Jitsu, donde la hifenación o segmentación facilita la lectura para no nativos. Desde un enfoque sociolingüístico, este fenómeno puede clasificarse como folk etymology, donde los términos extranjeros se adaptan a patrones familiares, perdiendo precisión (Crystal, 2008).

En el caso del también mal denominado Jiu-jitsu, Ju-jitsu o Jiu jutsu sucede parecido pero en este caso durante el siglo XIX.

Durante el periodo Meiji (1868–1912), diplomáticos, marinos y viajeros británicos y estadounidenses conocieron el jujutsu japonés, nihon jujutsu, y lo introdujeron en Europa y América. En aquel momento no existía todavía un sistema estandarizado de romanización como el método Hepburn, por lo que muchos occidentales transcribían las palabras japonesas “de oído”, adaptándolas a la fonética inglesa.

En este contexto se produjo una romanización no estándar. El sonido “ju” (じゅう) era percibido por muchos angloparlantes como “jiu”, mientras que “jutsu” (じゅつ) resultaba difícil de pronunciar, especialmente por la combinación final “-tsu”, poco habitual también en inglés. Para facilitar la articulación, se simplificó fonéticamente como “jitsu”, y esta forma se trasladó directamente a la escritura como “jiu jitsu”. De este modo nació la grafía “Jiu Jitsu” con y sin guión, que comenzó a consolidarse a finales del siglo XIX en libros, artículos y carteles en inglés.

La difusión internacional de esta forma escrita se dio rápidamente. Las primeras escuelas europeas, especialmente en el Reino Unido y más tarde en Francia, adoptaron “Jiu-Jitsu” como denominación para el arte que enseñaban, a menudo combinando técnicas de distintas escuelas (ryu) japonesas y el incipiente Judo en multitudinarias demostraciones y competiciones. Esta grafía anglicada se popularizó en manuales, federaciones y publicaciones occidentales, y se mantuvo por costumbre incluso después de que el sistema Hepburn fijara la forma más precisa “Jujutsu”.

En cuanto a su llegada a España, el proceso fue similar al de “Tai Jitsu”. La denominación “Jiu-Jitsu” llegó a través de fuentes inglesas y francesas, no directamente desde Japón. En Francia, la Federación Francesa de Judo y Disciplinas Asociadas (FFJDA) empleó durante mucho tiempo el término Jiu-Jitsu - empleando en la actualidad el de Jujitsu -  para designar métodos derivados del judo y del jujutsu clásico. En España, durante las décadas de 1950 a 1970, esta forma ya estaba plenamente asentada en el vocabulario marcial y en la documentación federativa, manteniéndose hasta hoy en muchos estilos y escuelas por tradición histórica.

Un fenómeno adicional vinculado a dicho afrancesamiento es el uso de la diéresis sobre la “i”, como se observa en diplomas franceses con las grafías Taïjitsu o Aïkijutsu. En francés, la diéresis indica que la vocal debe pronunciarse separadamente de la anterior, evitando diptongos que no existen en japonés (Shibatani, 1990).

Históricamente, aunque Tai Jitsu apareció en documentos federativos occidentales, la grafía más fiel al japonés es Taijutsu, escrita de manera unida y con jutsu en minúsculas. Separar Tai de Jitsu, emplear mayúsculas o guiones constituye un error ortográfico y fonológico que altera la morfología y el significado original del término. Culturalmente, la sustitución de jutsu por jitsu implica un cambio semántico profundo, afectando la transmisión cultural y didáctica de la disciplina marcial.

6. Persistencia en el error desde una perspectiva psicopedagógica

La tendencia a mantener formas incorrectas como Jujitsu o Tai Jitsu, incluso después de recibir información sobre la grafía y pronunciación correctas de Jujutsu y Taijutsu, no puede explicarse únicamente como un descuido o ignorancia sino que se trata de un fenómeno psicológico complejo que involucra varias dinámicas cognitivas y emocionales (Aronson, 2008; Festinger, 1957) como son la disonancia cognitiva, la resistencia al cambio y el sesgo de confirmación.

Disonancia cognitiva

La disonancia cognitiva describe la tensión psicológica que surge cuando una persona enfrenta información que contradice sus creencias, hábitos o conocimientos previos (Festinger, 1957). Aplicado al caso de las artes marciales, un practicante que ha utilizado durante años la forma Taijitsu o Nihon Tai Jitsu experimenta incomodidad al ser informado de que lo correcto es Taijutsu o Nihon Taijutsu. Para reducir esta tensión, puede ignorar la corrección, justificar la conducta o modificar su percepción del error (Aronson, 2008).

Ejemplos de disonancia cognitiva:

1.     Ignorar la corrección: un monitor o entrenador sigue usando “Nihon Tai-Jitsu” aunque se le indique que la forma correcta es “Nihon Taijutsu” o “nihon taijutsu”, porque “siempre se ha llamado así”.

2.     Justificación de la conducta: alguien mantiene la forma “Nihon Tai Jitsu” en sus publicaciones diciendo “es el nombre tradicional que emplea el maestro u original del estilo”, para reducir la incomodidad de admitir que estaba equivocado.

3.     Modificación de percepción del error: tras descubrir que Nihon Taijutsu es el nombre correcto y que debe decirse o escribirse así, el monitor o entrenador se convence de que ambos nombres son equivalentes o intercambiables, reinterpretando la información para evitar sentir tensión por el error y enseñar dicha dualidad aunque sea errónea.

En todos los casos, la disonancia surge de la tensión entre la información correcta (Nihon Taijutsu o nihon taijutsu) y el uso habitual incorrecto (Taijitsu, Nihon Tai Jitsu), y se resuelve mediante justificación, reinterpretación o ignorancia del cambio.

Resistencia al cambio

La resistencia al cambio refleja una tendencia natural del ser humano a mantener hábitos consolidados, especialmente cuando estos hábitos están ligados a la identidad, la rutina o la pertenencia a un grupo (Aronson, 2008). En el contexto de la romanización de términos japoneses, la forma incorrecta puede haberse interiorizado como norma dentro de ciertas comunidades de práctica.

Implicaciones psicopedagógicas incluyen la necesidad de empatía en la corrección, refuerzo positivo y conciencia cultural, promoviendo la adopción de estándares precisos sin confrontación directa (Aronson, 2008; Nickerson, 1998).

Sesgo de confirmación

El sesgo de confirmación amplifica la resistencia al cambio. Esta tendencia cognitiva lleva a las personas a buscar, interpretar y recordar información que respalde sus creencias preexistentes, mientras que ignoran evidencia contradictoria (Nickerson, 1998). Por ejemplo, un monitor o entrenador que ha visto repetidamente Taijitsu o Nihon Taijitsu en manuales antiguos, libros, películas o publicidad de escuelas occidentales tenderá a enfocarse en esas fuentes, desestimando textos académicos, explicaciones de profesionales y expertos con mayor formación o materiales japoneses que corrigen la forma a taijutsu o nihon taijutsu.

7. Conclusión

La forma correcta de referirse a este arte marcial es taijutsu o nihon taijutsu si hacemos referencia a su origen japonés, escrita en una sola palabra y con “jutsu” en minúsculas, conforme a la estructura morfológica y fonológica del japonés (Draeger, 1974; Frellesvig, 2010). Las variantes “Tai Jitsu” o “Nihon Tai-Jitsu” constituyen errores de romanización, segmentación y traducción que se originaron por razones históricas y pedagógicas en Occidente, pero carecen de fundamento lingüístico en la lengua original.

El uso de “Tai Jitsu” representa un error multifacético:

·       Morfológico: al separar indebidamente los elementos de una unidad léxica indivisible (Miller, 1967).

·       Ortográfico: al sustituir jutsu por jitsu, alterando la correspondencia con los kanji originales (Frellesvig, 2010).

·       Estilístico: al capitalizar de forma innecesaria Jitsu en mayúscula, rompiendo con las convenciones de romanización (Hepburn, 1886).

La forma correcta, taijutsu, respeta la composición léxica japonesa y su significado preciso, evitando confusiones con otros términos y preservando la coherencia interna de la lengua (Shibatani, 1990; Kubozono, 2015). Para garantizar esta fidelidad, se recomienda emplear sistemas de romanización estandarizados como el Hepburn, ampliamente aceptado en ámbitos académicos y lingüísticos (Hepburn, 1886; Wohl, 1970).

Promover el uso correcto de Taijutsu, taijutsu o Nihon Taijutsu no implica un purismo lingüístico estéril, sino una responsabilidad académica y cultural, asegurando coherencia en la enseñanza y una transmisión rigurosa de las artes marciales japonesas (Draeger, 1974).

En este contexto deben hacerlo, los monitores deportivos como responsables de su enseñanza con una orientación deportiva recreativa y no competitiva, y los entrenadores deportivos como responsables de su enseñanza con una orientación deportiva competitiva, y ambos deben contar con una formación pertinente adecuada a su nivel formativo para garantizar la calidad, la seguridad y la coherencia pedagógica de la práctica.

 

Referencias bibliográficas

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